POR LA DIVERSIDAD AFECTIVO-SEXUAL

Todos sabemos lo que en las escuelas puede sufrir un muchacho o muchacha por cualquier pequeña diferencia o vulnerabilidad detectada. Cuanto más si esa diferencia que se atisba tiene algo que ver con la orientación sexual.  Los términos de «marica» o «tortillera», ahí están para marcar a la víctima y disfrute de todo o toda peprsona frustrada, con escasa o nula formación afectivo-sexual, o tan manejable por el grupo como para asumir unas descalificaciones tan primarias.cartelm-2-0

La escuela, que asume toda la diversidad que hay en la sociedad, tiene una responsabilidad enorme en educar a los jóvenes para asumir esa diversidad con normalidad y respeto. La educación afectivo-sexual viene siendo, ya, bastante normal en las aulas, por lo menos lo es en el IES Mungia, y es algo que debiera ser la continuidad de una formación recibida en el seno familiar. Hace ya algunos años la OMS declaró que la homosexualidad o lesbianismo nada tiene que ver con una enfermedad que haya que tratar y corregir, como algunos aún, cerrílmente, tratan de hacer. Es algo tan normal como nacer rubio o moreno, con los ojos azules o castaños. Hay que educar a las personas a ser respetuosos, solidarios, tolerantes, en suma, felices. El que acepta, tolera y comparte es feliz a la vez que hace feliz.

Porque ningún jóven tenga que ocultar, disimular, callar, sufrir por su orientación sexual, porque no haya ni «armarios» ni ámbitos de hipocresia o condena. Tanto si eres padre-madre como si eres enseñante, esfuérzate en educar a tus alumnos o hijos  en una afectividad plural y sana, sin tabúes, sin condenas ni juicios.

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